Cabe preguntarse por qué una mujer sexualmente tranquila y satisfecha de sus relaciones puede empezar a preocuparse después de parir. Lo lógico es que se trate de una frigidez pasajera, que en realidad es una pseudofrigidez o más bien una inadaptación sexual. Esta falta de sensibilidad o de sensación dolorosa al coito, después del parto, se debe generalmente a la episiotomía, los puntos, y al vaginismo tan frecuente en esa época.
El vaginismo, que es la contracción involuntaria de los músculos del periné, de la vulva y del orificio vaginal, puede ser una de las manifestaciones orgánicas de la frigidez. No obstante, cuando se presenta en el posparto y debido a las alteraciones propias del parto, muchas mujeres sienten molestias, a veces dolorosas, que asemejan una frigidez. En realidad se trata de un cuadro clínico similar al que presentan las frígidas pero que no tiene su fondo psicológico ni las mismas causas.
El vaginismo puede ser, efectivamente, una vivencia dolorosa motivada por el intento de penetración, pero su relevancia como manifestación clínica de la frigidez se basa en el hecho de corresponder, a nivel corporal, a una vivencia imaginaria de angustia por la penetración, por la violencia y por el miedo. La mujer con esas sensaciones se defiende mediante el rechazo y, en consecuencia, siente dolor.
En general la mujer no debe preocuparse por tener molestias después del parto, o mayor dificultad para conseguir el orgasmo. Influyen factores anatómicos, como la cicatrización de la episiotomía, y factores psicológicos, como la falta de sueño, tan frecuente en las primeras semanas de vida del recién nacido. No hay que tener prisa, porque, poco a poco, las cosas vuelven a su cauce, y lo habitual es que la mujer recupere su sexualidad normal.