Casi todas las enfermedades se relacionan con la inflamación

Hace casi 20 años, durante la primera Conferencia sobre el Genoma Humano, que se celebró en Washington, Francis Collins entonces director del Proyecto Genoma pronunció una frase que permanece en la memoria de muchos de los que asistieron al evento.

Salvo los traumatismos, todo lo que tiene que ver con las enfermedades se relaciona con los genes. Tenía razón el que hoy en día es director de los conocidos Centros Nacionales de la Salud (NIH) de los Estados Unidos.

Lo que Collins decía era que la salud y la enfermedad dependían de las proteínas que expresa el ADN. Con el paso del tiempo se ha afianzado,  que el entorno puede influir en el genoma de forma decisiva. Ahora, tan importante es el genoma como el epigenoma.

Desde hace años se está consolidando otro concepto que va, en cierto modo, a reinventar el enfoque de casi todas las patologías animales.

Es bastante probable que, si un día un científico de categoría relevante asegura que "casi todas las enfermedades humanas están relacionadas con la inflamación", habrá pocos colegas que puedan desmentirle con pruebas contundentes.

La inflamación es un proceso generado por células de nuestro sistema inmune que está involucrado en la mayoría de las enfermedades.

Lo está en la aterosclerosis, el problema arterial que causa más de un tercio de la mortalidad mundial. Hace dos décadas era una herejía afirmar que la enfermedad vascular la provocaba una reacción inflamatoria.

Ahora no hay ninguna duda de que es la reacción de las células inmunes ante las agresiones de las grasas, la inactividad, la diabetes, la hipertensión, el tabaquismo y el envejecimiento la primera razón de la aterotrombosis.

Lo está, y mucho, en el cáncer. Aquellos que creían que los tumores –y sus metástasis– eran únicamente un problema de la locura de las células que se malignizaban se han equivocado.

Tan trascendental como los oncogenes y sus vías es el comportamiento de las células inmunes que rodean al tumor.

Hace muy pocos días se puso de manifiesto en Madrid -en una conferencia convocada por la revista Nature y el CNIO español– la importancia de las células inflamatorias que acompañan al cáncer y su papel en el pronóstico y tratamiento de la enfermedad.

La inflamación también está presente en todas la enfermedades infecciosas. Muchas veces, las graves consecuencias de la presencia en nuestro organismo de virus y bacterias (extrañas o propias) se debe a una mala respuesta del sistema inmune.

En los próximos años quedará muy patente que genes e inflamación son los verdaderos responsables de las enfermedades. La buena noticia es que unos y otros se pueden modular para bien con hábitos de vida saludables.