Buscando a papá
Las actuales pruebas de ADN para demostrar la paternidad alcanzan una fiabilidad del 99,9%. En uno de cada cuatro casos, los resultados no son los esperados por los peticionarios.
Es una de las técnicas de ingeniería genética más populares. Las pruebas de biopaternidad cada vez son más demandadas en las sociedades occidentales: no tienen gran complejidad, son rápidas y cómodas, y su coste resulta razonable.
Su gran popularidad en los últimos tiempos se debe, en buena medida, a las frecuentes apariciones de famosos en televisión con este problema, que generalmente va acompañado de polémica y confrontación.
Mientras que la maternidad no necesita confirmación biológica, la paternidad sí puede requerirla en diversas situaciones.
Como advierte el doctor Rubén García, bioquímico del laboratorio privado Neodiagnóstico, son muy diferentes los procedimientos de la prueba dependiendo de quién la requiera. Hay diferencias si la pide un particular o la exige un juzgado.
La toma de la muestra por parte del hijo y del presunto padre debe practicarse necesariamente en el laboratorio y ante un testigo con entidad jurídica, como un abogado.
Otros requisitos especiales para la validez legal son la identificación inequívoca de los dos implicados y la custodia de las muestras para garantizar la imposibilidad de su manipulación.
Los interesados han de ir libremente, sin ningún tipo de coacción. El método más empleado es la obtención de mucosa bucal mediante frotis con bastoncillo, procedimiento cómodo, sencillo e indoloro.
No es necesaria ninguna muestra de la madre. Es común recurrir a una gota de sangre mediante punción en el dedo o un cabello con folículo (arrancado, no cortado).
Cuando la prueba se solicita solo en concepto de información personal, la muestra se puede obtener en el laboratorio o en casa, previa petición del material necesario y su posterior devolución al laboratorio.
Puede ser solicitada por cualquiera (madre, parientes u otros allegados), incluso con muestras (colillas, pañuelo…) extraídas sin el conocimiento del supuesto padre, pero el resultado únicamente tiene valor informativo.
Si el afectado se enterase, podría emprender acciones legales.
La doctora Mercedes Alemán, bioquímica clínica y directora del centro privado Cefegén, de Madrid, observa que incluir a la madre en la toma de muestras aumenta el éxito.
"Aunque no es preceptivo, solo enriquece el análisis. Al fin y al cabo, todos tenemos en nuestro material genético un 50% del padre y otro 50% de la madre".
¿Y quién demanda más esta técnica? ¿Hombres o mujeres? Para el doctor Eduardo Arroyo, director del departamento de toxicología y legislación sanitaria de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, los hombres son ligeramente mayoría.
También realiza este servicio para juzgados y particulares, recuerda además que gran parte de las peticiones procede de familiares "por asuntos de herencias".
Un portavoz del laboratorio Bionostra indica que en sus tres años de experiencia el 90% de los solicitantes son varones. La técnica, demuestra que en el 25% de los casos el padre no es quien se supone.
Técnicamente, los resultados de la prueba pueden estar disponibles en unas 16 horas, si bien se espera un margen razonable de 24 a 48 horas, que es el periodo de entrega que se considera urgente. Los precios pueden oscilar entre 280 y 500 euros.
Sucintamente, la técnica de biotecnología o ingeniería genética sigue tres pasos: un primero de extracción, en donde se aísla el ADN y se purifica; en el segundo se amplifica mediante el llamado procedimiento de PCR y se determinan los fragmentos de ADN que se van a estudiar.
En el tercer paso, una vez acotado el ADN, se secuencia y, mediante una técnica conocida como electroforesis, se definen los alelos o cada una de las formas alternativas que puede tener un gen.
El doctor García, a elaborado el perfil genético, se comparan las muestras del progenitor y del hijo. "Las técnicas actuales nos permiten alcanzar una fiabilidad del 99,9%. Es más, yo diría del 99,99%".
Ahora también es posible realizar la prueba de paternidad prenatalmente, antes del nacimiento del bebé.
En este caso, las muestras fetales pueden obtenerse mediante una de las dos pruebas mínimamente invasivas que se le han de practicar a la madre.
A través del abdomen para conseguir líquido amniótico (amniocentesis) o con vellosidades coriónicas, que se encuentran en el útero (biopsia de corión).
Hasta hace unos años, la negativa ante un juez a someterse a la prueba era suficiente para que la legislación española le imputase automáticamente la paternidad al supuesto progenitor.
La jurisprudencia que ha ido creando en esta década el Tribunal Supremo ha echado por tierra ese principio, a pesar de reconocer la importancia que la negativa puede tener en el proceso judicial.
Se apela al interés que pudieran tener también otras pruebas aportadas por el/la demandante, siempre y cuando no hayan sido conseguidas de forma ilícita.
Así se explica en una ponencia de 2007 de la Sala Primera del Tribunal Supremo. En la mayoría de las ocasiones este tipo de problemas no suelen llegar al Tribunal Supremo y generalmente se resuelven en instancias previas.
En un proceso judicial por esta causa, el presunto padre debe acudir sin la menor coacción.
Si se niega, no se aceptarán ningún tipo de pruebas forenses que podrían ayudar a practicar el análisis de ADN (pitillo, cepillo de dientes, sangre…) sin su conocimiento ni su consentimiento, por lo que serían totalmente inválidas.