Los síntomas que facilitan la detección de la enfermedad y su diagnóstico son variados. La forma de diabetes más extendida es la diabetes mellitus tipo II, la cual se manifiesta con frecuencia cuando ya han aparecido complicaciones graves, sin que el paciente, durante ese periodo intermedio, fuese conocedor del padecimiento del trastorno.

Signos característicos de la diabetes mellitus son el aumento de los niveles de glucosa en sangre, pudiendo aparecer también poliuria (aumento de la cantidad de orina excretada, por efecto osmótico de la glucosa vertida en la misma) y polidipsia (aumento de la sed y de la ingesta de líquidos por deshidratación por la pérdida de líquido en la orina).

La incapacidad de la insulina para mantener unos niveles adecuados de glucosa en sangre altera el metabolismo de los macronutrientes de nuestro organismo: proteínas, hidratos de carbono, lípidos…

La alteración metabólica producida por la falta de insulina o por la resistencia a la misma produce un aumento del apetito, alterándose el metabolismo de las grasas y proteínas en el organismo. A largo plazo se produce una pérdida de peso, pese al aumento del apetito, pues nuestro cuerpo no puede asimilar y metabolizar adecuadamente los nutrientes. 

Pueden aparecer otros síntomas como  fatiga, nauseas y vómitos. Además, los pacientes con diabetes mellitus son propensos a padecer ciertos tipos de infecciones, como infecciones del tracto urinario o de la piel.