También llamada dieta del ayuno modificado con ahorro proteico.
Ambas son dietas fieles al principio: cuanto menor aporte de energía con la dieta, mayor habrá de ser el recurso a las propias reservas. Gordon propone un ayuno total de 48 horas en las que sólo puede tomarse agua o café y en los sucesivos días se practicará una dieta hipocalórica. Con el ayuno inicial pretende provocar una tensión súbita en el organismo para poner freno a la acumulación de grasa. La falta de glucosa para mantener el funcionamiento del cerebro se cubrirá echando mano de las proteínas propias. Se sacrifica un adecuado suministro de vitaminas, minerales y fibra por la esbeltez de la figura. Es más, la falta de vitaminas, fundamentalmente del grupo B, provocarán un enlentecimiento del metabolismo, dificultando el adelgazamiento. La carencia de hierro y ácido fólico provocarán anemia, cansancio y decaimiento, en mujeres jóvenes, la alteración o falta de menstruación, y el deficitario aporte de calcio propiciará la aparición de osteoporosis.
El organismo se adapta a la larga a un menor consumo de energía, dejando a un lado funciones no básicas para sobrevivir: como la reproducción y la actividad física e intelectual. La pérdida de peso no sólo será por la utilización de las reservas grasas, sino también por el deterioro de nuestra masa muscular. Las proteínas desempeñan una función plástica, estructural y de sostén de nuestro esqueleto y su pérdida es de difícil recuperación.