Algunos estudios han llegado a la conclusión que el humo del cigarrillo inhibe la monoaminooxidasa, enzima que degrada la dopamina, por lo que el tabaco ejercería una función protectora sobre la enfermedad de Parkinson.
Aunque esta hipótesis finalmente resultara cierta, los fumadores no llegan a tan avanzada edad como para desarrollar la enfermedad.