Espalda
El dolor de espalda tiene múltiples causas, incluyendo degeneración de las vértebras, infección, tumor, sobrecarga y traumatismos. La causa exacta puede ser difícil de identificar, ya que puede originarse en tejidos blandos, en el hueso, en el disco intervertebral o en los nervios que inervan estas estructuras.
Los factores de riesgo para el dolor lumbar incluyen los trabajos que requieren movimientos repetitivos, la exposición a la vibración ocasionada por vehículos o maquinaria industrial, e incluso el consumo de cigarrillos. Ciertos deportes, como la carrera pedestre, el esquí o la conducción de vehículos durante periodos prolongados de tiempo pueden asociarse también con dolor lumbar.
Enfermedades como la artrosis de la columna, la espondilitis y la osteoporosis pueden también ser causa de dolor. Alguna de estas enfermedades son más prevalentes en los ancianos y, por lo tanto, las personas mayores tienen mayor riesgo de padecer dolor lumbar.
Situaciones como la depresión, ansiedad, alcoholismo o el divorcio, se han asociado con dolor lumbar. No obstante, no hay estudios que demuestren concluyentemente si estos problemas son la causa o la consecuencia del dolor.
En la mayoría de los casos, el dolor de espalda se origina por contractura muscular, traumatismo o deformidad de la columna. Aproximadamente, en uno de cada diez casos, tiene su origen en una enfermedad sistémica. Puede aparecer en cualquier lugar de la columna, desde el cuello hasta la región lumbar, y puede localizarse en una pequeña zona o extenderse a un área amplia; asimismo, puede irradiar a partir de la zona de origen.
El dolor de espalda es el problema médico más prevalente en las sociedades industrializadas.
El dolor lumbar es la causa más frecuente de incapacidad transitoria en personas de más de cuarenta y cinco años. Alrededor del 80% de la población padece, al menos, un episodio de dolor lumbar en el transcurso de su vida. Dos de cada tres pacientes se recuperan en un periodo de tiempo inferior a un mes y aproximadamente un 5% sufre molestias persistentes por mas de seis meses. Aproximadamente la mitad de los pacientes con dolor lumbar crónico pueden reanudar su trabajo.
El médico debe determinar si el dolor es de origen músculoesquelético, neurológico o visceral. El diagnóstico se basa en una cuidadosa historia clínica y en el examen físico. A veces la inyección local de anestésico o de un corticoesteroide en determinadas estructuras o espacio articular puede ayudar en el diagnóstico y tratamiento del dolor de espalda.
Las técnicas de imagen —radiografía simple, gammagrafía, tomografía axial computarizada, mielografía y resonancia magnética nuclear— pueden servir para identificar el origen del dolor. También los estudios neurofisiológicos pueden ser útiles en ocasiones. Las técnicas de imágen mas costosas deben reservarse para aquellos pacientes cuyo diagnóstico no pueda realizarse por los procedimientos convencionales, incluido el examen físico.
Los analgésicos como la aspirina, el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos a veces son el único tratamiento necesario para el dolor de espalda. Deben evitarse las actividades que incrementen el dolor. Si el dolor es persistente, el paciente debe ser valorado por un reumatólogo.
El tratamiento debe dirigirse a la causa específica del dolor.
Las posibilidades terapéuticas incluyen analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, antidepresivos, relajantes musculares y ejercicios de rehabilitación. En determinadas situaciones, por ejemplo, en el postoperatorio de cirugía o del raquis, puede ser recomendable el uso de corsé ortopédico; si tras un periodo de tiempo razonable no se produce una mejoría, puede ensayarse el uso de infiltraciones con anestésicos locales o corticoesteroides.
La cirugía debe reservarse para aquellas situaciones en que fallan los procedimientos conservadores. En algunos pacientes que no responden a tratamientos conservadores, se utilizan estimuladores eléctricos o bombas de infusión continua de morfina.
Ejercicio físico
La evidencia científica disponible demuestra que la actividad física es necesaria para la salud de la espalda, pero que la práctica de deportes a nivel competitivo en edades tempranas se asocia a un mayor riesgo de dolencias de la espalda si no se supervisa adecuadamente.
Diversos estudios han demostrado los efectos sobre el riesgo de padecer dolor e incluso sobre la conformación de la columna vertebral. El ejercicio adecuado fomenta el desarrollo de una musculatura potente, resistente y coordinada, lo que reduce el riesgo de padecer dolor de espalda.
Sin embargo, el deporte a nivel competitivo puede aumentarlo si el entrenamiento es excesivo en edades tempranas y no se supervisa adecuadamente. Así, diversos estudios han demostrado que la frecuencia de dolor de espalda disminuye entre quienes practican ejercicio regularmente pero aumenta hasta un 50% más entre los adolescentes que practican deporte a nivel competitivo sin la adecuada supervisión. Este aspecto es importante porque sufrir dolor de espalda en la adolescencia aumenta el riesgo de padecerlo de forma crónica al ser adulto.
Por otra parte, el ejercicio es necesario para que se produzca un crecimiento óseo adecuado y la columna vertebral adquiera su forma definitiva, y su realización mejora la composición mineral del hueso y su resistencia a la carga. Sin embargo, el hueso inmaduro es más sensible a la carga que el hueso maduro, y el entrenamiento excesivamente intenso en edades tempranas puede conllevar alteraciones en la forma de la columna vertebral, especialmente hipercifosis ("chepa") y escoliosis (desviación lateral de la columna).
Amas de casa
Los dolores de espalda afectan más a las mujeres que a los hombres. El sector más afectado son las amas de casa, que realizan el 50% de las consultas médicas por ese motivo. Según un estudio realizado por la Unidad de la Espalda de la Clínica del Pilar de Barcelona, les siguen las administrativas, secretarias, dependientas, telefonistas y jubilados de ambos sexos.
El 83% de los diagnósticos son de «lumbalgia crónica inespecífica», es decir, no hay una causa evidente que provoque el dolor. Le siguen de lejos las artrosis, las hernias discales, el estrechamiento del canal vertebral, el cáncer y las fracturas por osteoporosis.
Acudir al médico
Si los síntomas de ese dolor son leves o moderados, la aplicación de calor en sus distintas presentaciones (húmedo o seco) durante diez minutos y en reiteradas ocasiones sobre la zona afectada puede contribuir a la mejora de las sintomatología. Si esta medida resultara insuficiente, se puede encontrar mejoría en la toma de analgésicos o antiinflamatorios que no precisen prescripción facultativa (paracetamol o aspirinas). Si los síntomas son más grave o no ceden con las medidas recomendadas, hay que acudir al médico.
Mochilas
Un estudio realizado por el Colegio de Fisioterapeutas de Andalucía alerta de que siete de cada diez niños andaluces padecen dolores de espalda, derivados fundamentalmente de cargar la mochila de forma errónea y adoptar una postura incorrecta en clase.
Los responsables del Colegio de Fisioterapeutas califican esta situación como «muy preocupante», puesto que estos problemas aparecen cada vez en edades más tempranas, entre los doce y trece años. Además, las chicas se llevan la peor parte, ya que los problemas de escoliosis son más frecuente en el sexo femenino.
Para cuidar la espalda
Mantenerse activo. Hacer ejercicio de forma habitual es una buena manera de cuidar la espalda porque los ejercicios hacen que la musculatura sea más potente, resistente y flexible. La natación es el mejor deporte para la espalda pero no el único. Correr o andar en bici también mejoran la forma física y evidentemente también repercute positivamente en la espalda.
Es muy importante calentar los músculos antes de hacer ejercicio, y estirarlos al terminar.
Evitar estar todo el día sentado. De lo contrario, la musculatura de la espalda perderá fuerza y aumentará el riesgo de que te duela.
La mejor postura para sentarse es hacerlo lo más atrás posible en la silla y mantener el respaldo recto. Mantener la espalda relativamente recta y los codos apoyados. También es recomendable cambiar de postura frecuentemente y levantarse cada 30-45 minutos.
Para leer también hay que sentarse adecuadamente y usar un atril si se va a estar mucho tiempo.
A la hora de usar el ordenador, lo correcto es colocar la pantalla frente a los ojos y a la altura de la cabeza.
Para llevar el material escolar lo mejor es utilizar un transporte con ruedas y de altura regulable. Si no es posible, usar una mochila de tirantes anchos y pasarlos por ambos hombros. Evitar llevar más del 10% de tu propio peso.
En caso de que se tengan dolores, no esperar y consultar al médico.
La mejor postura para dormir es boca arriba apoyando toda la columna sobre el colchón. Dormir boca abajo, sin embargo, no se recomienda, porque se tiende a modificar la curvatura de la columna. Y para poder respirar, se debe mantener el cuello girado durante varias horas. En caso de que la persona no pueda dormir boca arriba, es preferible dormir ligeramente de costado.
Para girarse sobre hacia el lado izquierdo, lo correcto es flexionar la cadera y la rodilla derecha, aún manteniendo estirada la izquierda, y procurar girar los hombros y adaptar la forma de la almohada a la cabeza de modo que la postura relativa del cuello en relación a la columna dorsal sea lo más parecido posible a la que forman al estar de pie. También es importante no usar almohadas ni muy altas ni muy bajas.
Utilizar escobas, fregonas y aspiradoras con un palo lo suficientemente largo como para no tener que flexionar la espalda.
Tampoco se debe flexionar la espalda al sacar los niños de la cuna o de la bañera. Se debe hacer manteniendo la espalda recta y flexionando las piernas.
A la hora de ir a la compra también es necesario llevar un carro de mano y no tirar de él. Sólo se debe empujarlo y siempre con la espalda recta.
Para planchar hay que elegir una tabla con una altura igual a la de nuestra cintura y no agacharse sobre la plancha.
Para entrar en el coche lo correcto es sentarse primero y después meter los pies girando sobre el asiento del vehículo.
También se debe conducir con la espalda recta y siempre con ambas manos sobre el volante. También hay que tener en cuenta que cuando el coche gírale conductor no debe hacerlo, sólo el volante y las ruedas.
En cuanto a los asientos del coche se deben situar de forma que los pies lleguen bien a los pedales y la rodilla quede un poco flexionada.
Además de estos consejos hay que recordar dos fundamentos básicos:
- Evitar levantar pesos excesivos y erradicar hábitos posturales desfavorables, así como mantener una higiene postural adecuada.
- Fortalecer la musculatura de la espalda a través del ejercicio para prevenir nuevos problemas y aliviar los existentes. Recordar que hacer ejercicio siempre es bueno para la espalda.
Cuándo acudir al médico
Los especialistas recomiendan consultar al médico cuando se den una o más de estas circunstancias:
• Si es la primera vez que duele la espalda.
• Si las características del dolor o su localización son distintas de las de los episodios previos.
• Si el dolor es tan intenso que no lo alivian los analgésicos que se pueden comprar sin receta médica.
• Si, con independencia de su intensidad, no mejora en 3 días o no desaparece en 7.
• Si se extiende por el brazo o la pierna y es más intenso en esas zonas que en la espalda o el cuello.
• Si se acompaña de pérdida de fuerza o alteraciones de la sensibilidad.
• Si el dolor no cambia cuando se adopta otra postura y es constante.
• Si además de dolor existe fiebre, cansancio extremo o pérdida de peso.
• Si se padecen otras enfermedades o se están tomando medicamentos que contraindiquen algunos tratamientos para el dolor de espalda.
Cuándo es urgente ir al médico
Es bastante raro que aparezca uno de estos síntomas, pero en caso de sufrir dolor de espalda se debe acudir inmediatamente al médico si surge de repente alguno de los siguientes síntomas:
• Aparición brusca de alteraciones al orinar: imposibilidad de controlarlo o dificultad para hacerlo.
• Pérdida de sensibilidad en la zona del ano, los genitales o la cara interna de ambos muslos.
• Pérdida súbita de fuerza en ambas piernas.
• Aparición brusca de dolor, acorchamiento o pinchazos en ambas piernas.
• Imposibilidad de mantenerse en pie de forma estable.
Cuándo NO se debe ir
No se debe acudir al médico, cuando se presenten todas las posibilidades que se detallan a continuación:
• El dolor ya ha sido previamente valorado por un médico, y las características y localización del nuevo episodio son las mismas.
• El dolor es soportable, se alivia con analgésicos que se pueden comprar sin receta médica, mejora en menos de 2 días y desaparece en menos de 7.
• El dolor no se acompaña de pérdida de fuerza.
• El estado general de salud es bueno; no hay fiebre ni pérdida de peso, no se padece ningún tipo de enfermedad y no se están siguiendo tratamientos que puedan influir en el dolor.
Eso sí, en caso de duda, siempre es mejor consultar al médico.