Área de necrosis en el músculo cardiaco causada por insuficiencia repentina de irrigación sanguínea.
Hay numerosos estudios epidemiológicos que demuestran la relación entre la obesidad y la muerte por afecciones cardiovasculares. El riesgo de muerte por causas cardiovasculares atribuibles al exceso de peso varía con la edad del individuo, de forma que el riesgo desciende a medida que la edad aumenta.
Por otro lado, la obesidad no solo causa aumento de la mortalidad cardiovascular, sino también de la morbilidad. La obesidad se asocia a otros factores de riesgo como la intolerancia a hidratos de carbono o la diabetes tipo II.
Asimismo se asocia a gota, elevación del colesterol y triglicéridos y aterosclerosis, contribuyendo al incremento de morbimortalidad cardiovascular. Se ha observado en distintos estudios que la obesidad es un factor de riesgo independiente de padecer enfermedad cardiovascular, y el aumento del perímetro de cintura es el mejor factor de predicción de obesidad y riesgo cardiovascular.
Dada la asociación entre obesidad y otros factores de riesgo cardiovascular se ha intentado buscar una base fisiopatológica común. Así, en los últimos años ha irrumpido con fuerza en concepto de resistencia insulínica e hiperinsulinismo como factor integrador y posible mecanismo de causa común de estas afecciones.
El Plan Integral de Cardiopatía Isquémica del Ministerio de Sanidad recomienda prevenir el infarto mediante una serie de consejos:
· Comer todos los días frutas, verduras y cereales.
· Reducir el consumo de todo tipo de grasas y aceites.
· Reducir el consumo de sal.
· Alcohol, cuanto menos mejor.
· Tomar al menos tres raciones de pescado a la semana.
· Dos cucharadas de aceite de oliva al día para guisar y aderezar los alimentos son saludables y suficientes.
· No fumar, cortar por lo sano: el tabaco es uno de los mayores enemigos del corazón.
· Treinta minutos al día de actividad física ayudan a mantenerse en un peso normal.