La prevención cardiovascular sólo será posible con la implicación de profesionales y pacientes
La denominan "sociedad del bienestar", pero curiosamente en las últimas décadas la población de los países desarrollados ha optado por introducir nuevos hábitos de vida que, lejos de fomentar el buen estado de su salud, inducen ciertas enfermedades, entre ellas, las cardiovasculares.
Tal y como se expuso en el café de redacción sobre prevención cardiovascular organizado por Contenidos e Información de Salud, las cifras manejadas en la actualidad en cuanto a enfermedad cardiovascular son sumamente preocupantes.
Aunque hasta hace pocos años eran los países mediterráneos los que contaban con una mayor esperanza de vida y actuaban como ejemplo para el resto de los países europeos, lo cierto es que los españoles ya no están a salvo de sufrir estas patologías, y han pasado a ser una más de las sociedades castigadas por estos accidentes.
De hecho, sólo en nuestro país las enfermedades cardiovasculares están detrás de la muerte de aproximadamente 130.000 personas cada año.
En este contexto, los profesionales sanitarios coinciden en que la prevención se posiciona como la única alternativa posible para frenar estos accidentes. Una prevención en la que deben implicarse diversos agentes, tanto sanitarios como no sanitarios, y que, según José María Lobos, coordinador científico del Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC), “pasa inequívocamente por su inclusión en la agenda política de los gobiernos, el central y los autonómicos”.
Evitar el accidente cardiovascular
En este sentido, Maravillas Izquierdo, técnico de la Subdirección de Promoción de la Salud y Prevención de la Dirección de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, apuntó en qué dirección deben ir encaminados los esfuerzos.
“Habría que cambiar los hábitos en un sector de población muy joven porque, aunque hay que intervenir a todos los niveles, el mayor éxito de la prevención es no llegar a desarrollar la enfermedad”,manifestó.
Sin embargo, cada vez son más los casos en los que la obesidad, uno de los factores de riesgo relacionados con la enfermedad cardiovascular, afecta a la población infantil. “En los niños españoles vemos que la prevalencia de la obesidad en función de las diferentes estimaciones es de entre el 8 y el 14 por ciento.
Si sumamos a la obesidad el sobrepeso, hablamos ya de un 30 por ciento de los niños afectados”, afirmó durante el encuentro Miguel Ángel Royo, coordinador técnico del CEIPC.
Pero no es el exceso de peso el único factor de riesgo hacia donde deben encaminarse los esfuerzos para reducir el impacto del daño cardiovascular. “Vemos que todo lo que tiene que ver con los hábitos de vida está explotando. Se habla de epidemia de hipertensión, epidemia de diabetes y realmente los datos son epidémicos”, afirmó Lobos.
El tabaquismo es otro de los factores con una repercusión más negativa en este sentido y que más está extendido en la sociedad actual. Afortunadamente, las campañas de concienciación dirigidas a persuadir a la población fumadora parecen haber dado sus primeros frutos, aunque aún es mucho el trabajo pendiente.
A este propósito, Izquierdo aportó su punto de vista y aseguró que “ya hay un camino muy hecho. El esfuerzo fundamental ahora debería ir orientado, sin particularizar en ningún factor, a los estilos de vida, la alimentación y la actividad física”.
A este respecto, Izquierdo consideró que “sólo una dieta, por muy estricta que sea, tampoco va a servir”. Sobre este punto, Lobos incidió en que el cambio debería hacerse“a través de hábitos positivos, como el consumo de frutas, vegetales en general, abandono del tabaco, práctica de ejercicio…”.
Profesionales formados
Sin embargo, a pesar de la importancia de trabajar sobre estos hábitos, el coordinador científico del CEIPC opinó que “los estilos de vida son la piedra angular y lo más complejo de modificar para los sistemas sanitarios y los profesionales”, algo en lo que coincidieron los otros expertos invitados al encuentro, que aseguraron que para ello se precisa motivación por parte del paciente y hacer que éste se responsabilice de su propia salud cardiovascular.
Así, según Izquierdo, la realidad hoy es otra y“la percepción ciudadana es que la enfermedad cardiovascular es un tema relacionado con el médico y la persona se implica muy poco en la modificación de los estilos de vida”.
Así, consciente de la dificultad existente a la hora de modificar estilos de vida, la técnico de la Subdirección de Promoción de la Salud y Prevención de la Dirección de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid sugirió “dar a cambio facilidades o algo que compense, involucrando al mismo tiempo que se entretiene y se divierte”.
Para ella, “ya hay experiencias incluso con videojuegos que te obligan a moverte, aunque hay que seguir trabajando en ellas, éstas son las formas adecuadas.”
Como primera medida para fomentar el cambio de tendencia y reducir el impacto de estos accidentes, Royo instó a informar al paciente y transmitirle que “el 90 por ciento del riesgo atribuible de infarto agudo de miocardio y otras enfermedades cardiovasculares es debido a nueve factores que se pueden controlar: tabaquismo, niveles de colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad abdominal, consumo de fruta, verdura y alcohol, actividad física regular y factores psicosociales”.
No obstante,el coordinador técnico del CEIPC aclaró que “la información no es suficiente, sino un paso más”. Por ello, señaló que se requieren otros mecanismos de actuación para reducir el impacto de estas enfermedades, un aspecto en el que entra en juego la habilidad y preparación del profesional sanitario.
“Hay estudios, como el PSA o el Euroaction, de intervención en el ámbito clínico que demuestran que si se dan las condiciones adecuadas por profesionales médicos o de enfermería, se pueden conseguir modificaciones duraderas en el tiempo con programas y motivaciones adecuadas”, apuntó Royo.
A este respecto, incidió en la necesidad de que el paciente se implique, aunque resaltó que quien debe tener claro cuáles son las recomendaciones de seguimiento adecuado de los factores de riesgo y la adherencia es el médico. “En las jornadas de CEIPC de prevención cardiovascular se presentaron los resultados del estudio Escarval en Valencia.
Son muy alentadores y demuestran cómo con un programa formativo se puede mejorar el conocimiento de tensión arterial, dislipemia y diabetes mellitus, se mejoran los registros de presión arterial, aumenta el control de las patologías, se obtienen mejores parámetros epidemiológicos…”.
En este sentido, la Guía europea de prevención cardiovascular en la práctica clínica es el único documento en prevención cardiovascular dirigido a formar a los profesionales y que ha sido consensuado por todas las sociedades científicas.“
Insiste en un enfoque centrado en el paciente. Se recomienda hablar con él, pactar con él qué factores de riesgo pueden ser más vulnerables. Hay gente con tal adicción al tabaco que tienes que pensar en no perder el tiempo en la consulta y centrarte en bajar aún más el colesterol o en controlar más la presión arterial”,explicó Lobos.
Por otro lado, cabe destacar que el CEIPC puso en marcha este año un curso on line de formación para la aplicación de guías de práctica clínica a través del cual pretende ayudar a los profesionales sanitarios a fomentar la prevención en la sociedad.
Otra iniciativa implantada con el propósito de enseñar a los profesionales a concienciar y educar a los pacientes en cuanto a prevención cardiovascular (CV) es el Plan de Salud Cardiovascular de la Comunidad de Madrid.
“Estructurarlo en torno al riesgo cardiovascular global ha dado como fruto que una de las personas de la comisión haya coordinado una red de cuidados cardiovasculares en enfermería en atención primaria. Ha empezado su andadura hace escasamente un año pero ya hay como mínimo dos profesionales en cada área de atención primaria vinculados al cuidado cardiovascular”, afirmó Izquierdo.