Entidad neurológica crónica caracterizada por la recurrencia de crisis epilépticas (con covulsiones) en dos o más ocasiones, cuya causa puede o no ser conocida.
No es una enfermedad mental y tampoco signo de poca inteligencia. Aparte de las convulsiones, una persona con epilepsia no es diferente a las demás. Las crisis epilépticas se pueden presentar de distintas maneras. En algunas ocasiones, se trata de crisis generalizadas que cursan con pérdida brusca de conocimiento y caída al suelo, contractura de los músculos de las extremidades y de la cara seguidas de sacudidas rítmicas.
En algunas ocasiones, especialmente en niños y adolescentes, las crisis se presentan sólo con pérdida de conocimiento; en estos casos, suele durar pocos segundo y tiene una rápida recuperación. Por otra parte, hay crisis que llamamos parciales y que pueden presentarse con sensaciones subjetivas extrañas o difíciles de describir. Algunos pacientes refieren fenómenos auditivos, visuales y sensación de hormigueo.
En otros casos las crisis parciales pueden presentarse con sacudidas de una extremidad o de la mitad de la cara, sin pérdida de conocimiento. Hay distintos signos de alarma que advierten que se está produciendo un ataque epiléptico: fiebre, convulsiones, debilidad y sensación de fatiga, movimientos como el de estar masticando alimentos sin estar comiendo realmente, comportamiento infantiles repentinos, periodos de confusión mental y convulsiones.
Según los expertos, la base del tratamiento son los medicamentos antiepilépticos, también llamados anticonvulsivantes. Estos medicamentos logran controlar las crisis en aproximadamente dos tercios de los pacientes. A veces no se logra controlar las crisis con el primer medicamento o se requiere aumentar más la dosis para que el tratamiento sea efectivo. Esto constituye una circunstancia prevista y no significa que el medicamento no sea el adecuado.
En algunos pacientes en los que no es posible controlar las crisis después de haber intentado el tratamiento con medicamentos existe la alternativa de un tratamiento con cirugía. En ciertos casos de niños con crisis epilépticas que no responden a los medicamentos es posible intentar un tratamiento con una dieta cetogénica, que consiste en una dieta rica en grasas, con un mínimo contenido de proteínas y de hidratos de carbono.
Esta dieta, igual que cualquier otro tratamiento debe ser indicada y controlada por profesionales especializados. Es importante seguir en forma precisa y regular las indicaciones del médico, incluyendo el horario en que se toman los medicamentos. En el caso de que se logre eliminar las crisis por un período prolongado esto no significa que las crisis epilépticas se encuentren curadas. En algunos casos es posible intentar retirar los medicamentos en forma paulatina después de un período de tratamiento prolongado. Esto debe efectuarse bajo estricta supervisión médica.