Trastorno que se caracteriza principalmente por la preocupación y miedo de una persona a contraer, o creer que ha contraído una enfermedad seria.

Este miedo surge cuando una persona malinterpreta síntomas o funciones corporales. La hipocondría es el resultado de la interpretación poco realista e imprecisa de síntomas o sensaciones físicas, aunque no puedan encontrarse causas médicas conocidas. Estas preocupaciones provocan un notable malestar e interfieren de forma significativa en el funcionamiento normal de la persona.

No existen diferencias entre hombres y mujeres. La hipocondría puede iniciarse a cualquier edad, sin embargo, lo más frecuente es que empiece en los primeros años de la vida adulta. El curso es generalmente crónico, con periodos de mayor o menor intensidad; en algunos casos la persona se puede recuperar totalmente.

Un buen pronóstico se asocia con aquellas personas que se sienten hipocondriacas de repente, de manera súbita, con ausencia de otros trastornos de personalidad o patología clínica asociada más grave. Estos pacientes suelen ser resistentes al tratamiento psiquiátrico, aunque algunos lo aceptan si tiene lugar en un ámbito médico y se centra en la educación sobre cómo afrontar la enfermedad, el estrés y no reforzar el rol del enfermo y sus conductas de enfermedad.

Lo importante es conseguir que los especialistas eviten a los hipocondriacos una vida en cierta manera miserable provocada por las enfermedades imaginarias. Porque se trata de una enfermedad molesta, prolongada con una sintomatología numerosa y profusa que confunde a los especialistas y da una auténtica mala vida a los pacientes.

En definitiva la hiponcondría en todas sus formas es una causa importante de desdichas, esfuerzos frustrados, miedo y un alto grado de desesperación solo equiparable al conjunto de los trastornos emocionales.