La Insuficiencia Renal Crónica no provoca síntomas hasta que la afección llega a estadios muy avanzados por lo que la detección precoz es complicada si el paciente no se hace revisiones habitualmente.
A través de análisis de sangre y orina, se puede conocer el grado de funcionamiento de los riñones y por lo tanto, ver si la persona que ha acudido al médico puede reunir indicios de padecer una IRC. Por eso el primer caso es acudir al médico aunque no haya sintomatología.
Una vez diagnosticada la Insuficiencia el especialista determinará el grado. En el caso de que sea terminal, la única solución es la diálisis o el trasplante. Será el nefrólogo el que valorará el momento de iniciar el tratamiento más adecuado, pudiendo ser inmediato o esperar un tiempo en un estado llamado prediálisis.
El médico determinará, individualmente, los cuidados necesarios en este momento, en función de cada paciente. Sin embargo, y en general, habrá limitación de la ingesta de sal para el control de la tensión arterial, y una limitación de la ingesta de proteínas que nos permitirá alargar, en muchos casos, el estado de prediálisis.
En este periodo, también, los pacientes deben tomar conciencia sobre las diversas técnicas de diálisis para que llegado el momento puedan elegir, junto con las recomendaciones de nuestro médico, por la que mejor se ajusta a nuestras características tanto biológicas, como individuales y sociales.
La elección de una técnica de diálisis, entre las dos que se nos ofrecen (hemodiálisis o diálisis peritoneal) depende de múltiples factores pero hay que tener claro que ambas son efectivas. El médico será quien nos aconseje mejor.