Es en sí una dieta tan simple como sus inexistentes fundamentos científicos. Consiste en alimentarse exclusivamente con pomelo durante tres días a la semana y con una alimentación variada y amplia, incluyendo dicha fruta, el resto. Casi todas estas dietas supuestamente mágicas son, en definitiva, dietas de semiayuno, que sólo puede seguirse durante un breve lapso de tiempo sino es a costa de sufrir grandes déficits nutritivos.
Existe un único alimento con el que el ser humano puede vivir plenamente nutrido: la leche materna. Pero se trata sólo de un lapso de tiempo breve, pasado el cual debe ingerirse de todo sino es a costa de estropear nuestra maquinaria interior. Buscar virtudes milagrosas para adelgazar en alimentos como el pomelo, limón, ajo o una sopa de vegetales es una vil manera de embaucar al público. Son dietas cuya efectividad no radica en tales alimentos, sino en aquellos que se dejan de aportar.
Efectivamente, la limitación en la ingesta las convierte en dietas adelgazantes pero muy deficitarias o incompletas: causantes de enfermedad o agravando patologías preexistentes. La dieta del pomelo empeorará una deficiencia de calcio o colaborará a ello quebrando la salud de nuestros huesos. Además, si en un principio se habrá perdido peso, se recuperará al volver a la alimentación habitual, pero permanecerán los perjuicios que se hayan podido causar al organismo: sobretodo la pérdida de masa muscular.