Cómo vencer la melancolía otoñal
El otoño e invierno son temporadas en que mucha gente experimenta estado de ánimo depresivo, pesadez excesiva, irritabilidad y ansiedad, sin que se sepa a ciencia cierta por qué ocurre. Se le conoce como trastorno afectivo de temporada, y afecta principalmente a mujeres mayores de 20 años.
La caída de las hojas en otoño y el frío paisaje invernal suelen ser empleados en poemas y canciones como símbolos del fin de un período en la existencia, de un romance o de la vida misma; reflejan tristeza por sus colores apagados, escasa luz, rigor climático y latencia en la actividad de plantas y animales. Sin embargo, hay considerable cantidad de individuos para quienes estas temporadas, año con año, significan no una metáfora sino el advenimiento en carne propia de estados depresivos y angustiantes que les afectan considerablemente.
A medida que se acerca la época de frío (aunque también se conocen casos atípicos de quienes se deprimen en verano), las personas que padecen el llamado trastorno afectivo de temporada duermen por periodos más prolongados, dejan de participar en actividades sociales y comienzan a padecer los síntomas característicos de los estados depresivos mayores, entre los que destacan:
- Sentimientos de tristeza y vacío (denominado persistente).
- Falta de interés en actividades que antes disfrutaba, incluyendo el sexo.
- Desesperanza y pesimismo.
- Sentimiento de culpa, de no valer nada y de impotencia.
- Disminución de la energía, fatiga y sensación de vivir “en cámara lenta”.
- Intranquilidad e irritabilidad.
- Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
- Pensamientos suicidas o de muerte; intentos de suicidio.
- Malestar físico persistente: dolores de cabeza, trastornos digestivos o dolor crónico sin causa aparente y que no responde a tratamiento.
A diferencia de las personas que cursan un trastorno depresivo mayor, que por lo general tienen poco interés en la comida y pierden peso, quienes viven con trastorno afectivo de temporada tienden a consumir grandes cantidades de carbohidratos y pueden aumentar entre 5 y 10 kilogramos durante la época fría, si bien cuando llega la primavera experimentan una energía renovada y a menudo vuelven a sus parámetros habituales.
Otra característica común de quien padece depresión en otoño e invierno es la reacción que presenta ante los cambios en la luz ambiental: suele informar que su estado empeora cuando el tiempo está nublado o la luz interior disminuye.
Sin motivo, pero con soluciones
La mayoría de los pacientes con trastorno afectivo de temporada son mujeres que desarrollan el mal entre los 20 y 29 años de edad, si bien se tiene registro de niños y adolescentes con enfermedades similares, aunque más leves, y lo padecen de manera crónica toda la vida.
La causa de la depresión en otoño e invierno es desconocida, aunque se sabe que quienes la sufren, en un número muy considerable, tienen un pariente con una enfermedad psiquiátrica como trastorno depresivo o abuso de alcohol. Asimismo, las investigaciones en curso no dejan de tomar en cuenta teorías que apuntan a problemas neuronales, hormonales y de envejecimiento como causas del padecimiento.
Por el momento los tratamientos corren a cargo de especialistas en salud mental, quienes apoyan psicológicamente a los pacientes y les ayudan a mejorar su forma de vida a través de la adopción de hábitos, entre ellos:
- Salir durante el día por lo menos media hora, inclusive si el cielo está nublado.
- Esperar y aceptar que su cuerpo requerirá más horas de sueño durante los meses del invierno, y con base en ello planear un horario de actividades y descansos.
- Aceptar que se experimentarán antojos e incremento de peso, de modo que deben evitarse autocríticas por este motivo.
- Mantener el ambiente interior bien iluminado. Esto funciona en muchos pacientes, para quienes ya se han diseñado lámparas para proporcionar luz brillante y libre de rayos ultravioleta.
Aunque en algunos casos hay respuesta favorable con medicamentos antidepresivos prescritos por un psiquiatra, es muy importante que el paciente se ayude a sí mismo y considere que el suyo no es un caso aislado. Deben evitarse los pensamientos obsesivos que comúnmente llevan a pensar en el pasado o en que se ha perdido el camino, y en cambio continuar con los proyectos personales, de trabajo, en familia o pareja.
También debe aprenderse a ser paciente y concederse momentos de descanso aún cuando se intente realizar un “trabajo al máximo”, pues cuerpo y mente tienen un límite que se debe respetar, y si durante una temporada disminuye el ritmo de trabajo no va a ocurrir nada.
Si a pesar de ello continúan abatimiento y tristeza, debe consultarse siempre a un especialista a fin de evitar la consecuencia más temida y final de la depresión: el suicidio.
Aunque puede parecer extremista, es también una posibilidad real, pues de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México registra actualmente el mayor incremento de suicidios por depresión: la tasa de aumento es 61.9% durante los últimos 15 años, seguido por la India (54%) y Brasil (13.2%).
Ante todo, quien padece el trastorno afectivo de temporada debe tener en mente que no está solo, que existe mucha gente para la que es importante y valiosa su compañía, y que un tratamiento eficaz permite en la abrumadora mayoría de los casos revertir los problemas derivados de esta enfermedad.