Ojos bellos… y sanos

La belleza alegra el espíritu y saberse hermosa es una forma de estar contenta y transmitir felicidad. La belleza interior brilla a través de nuestro cuerpo, lo ilumina y se expresa a través de la piel, de los movimientos y de la mirada. Una imagen vale más que mil palabras y una mirada puede decirlo todo, y, entonces, sobran las palabras…


Una mirada hermosa es el primer paso para darnos a conocer, para mostrar el caudal de sentimientos, vivencias y deseos que deseamos transmitir a quienes nos rodean y con quienes nos queremos comunicar, a quienes deseamos hacer partícipes de nuestra vida.


La belleza de la mirada se nutre de nuestra riqueza interior. Un alma triste, un alma inquieta, se expresará, muy a nuestro pesar, a través de la mirada, y, a su vez, no podremos ocultar en la mirada, un alma plena, feliz o enamorada.


La transparencia de la mirada, sin embargo, puede verse empañada por alteraciones de esa parte de nuestro organismo que le sirve de sustento, fundamentalmente los ojos, las pestañas, las cejas y la piel que los rodea.


Con frecuencia se utilizan productos que tratan de realzar esta parte de nuestro cuerpo. Así, utilizamos lentes de contacto para evitar que nuestra mirada quede oculta tras la refracción de un cristal, pintamos nuestras pestañas para darle tonos y matices muy especiales a nuestro semblante, arreglamos nuestras cejas para dar rienda suelta a nuestra imaginación o, incluso, nos sometemos a intervenciones quirúrgicas para mejorar el aspecto de nuestra mirada.


Sí merece la pena, en estos casos, cuidar el tipo de productos que utilizamos para conseguir una mirada bonita. Es conveniente valorar la calidad del material que aplicamos en las pestañas o en las cejas, el diseño y funcionalidad de los lentes de contacto, así como, sopesar con tranquilidad e información suficiente las ventajas, inconvenientes y riesgos de realizar determinado tipo de intervenciones quirúrgicas.


También merece la pena recordar que el estado de salud general de nuestro organismo se refleja en nuestra mirada.


Y todo ello, porque, si bien, nunca podremos ocultar en la mirada los sentimientos que nos dan la vida, sí podremos, a modo de artistas, aportar una pequeña dosis de creatividad que nos permita “dibujar nuestra mirada”, sin dejar, por ello, de estar sanos.