El tabaquismo pasivo aumenta la presión sanguínea en los menores de cinco años
La prevención de las enfermedades adultas como el ictus o el infarto de miocardio comienza durante la infancia; el tabaquismo paterno no sólo es negativo para el funcionamiento pulmonar de los niños sino que posee un riesgo para su futura salud cardiovascular.
El humo de tabaco ambiental aumenta la presión sanguínea de los niños de hasta 4 y 5 años, afirma un estudio de la Universidad de Heidelberg en Alemania.
Se llevó a cabo un amplio examen de salud infantil, con la toma de la presión sanguínea de 4.236 niños y niñas de preescolar en un distrito alemán.
Entre los progenitores que dijeron fumar, el 28,5% correspondí a los padres, el 20,7% las madres y el 11,9% ambos.
Los niños con un progenitor fumador eran un 21% más propensos a tener una presión sanguínea sistólica un 15% más elevado.
Incluso después de ajustar otros factores de riesgo de la enfermedad cardiaca, como el peso al nacer, el índice de masa corporal y la hipertensión en los padres.
El tabaquismo pasivo aumentaba el riesgo de tener presión sanguínea en el límite de la normalidad y algunos de estos niños ya tenían la presión sanguínea alta.
Después de tener en cuenta otros factores de riesgo como padres con la presión sanguínea alta, el nacimiento prematuro o un bajo peso al nacer, sobrepeso u obesidad, la presión sanguínea era significativamente mayor en aquellos con padres fumadores.
El mayor impacto fue superior en la presión sanguínea sistólica (un aumento de media de 1,0 mm Hg) que en la diastólica (un aumento medio de 0,5 mm Hg).
El tabaquismo añade otros factores de riesgo. La presión sanguínea media aumentaba en proporción al número acumulativo de factores de riesgo presentes.
El tabaquismo materno tenía un mayor impacto que el paterno, probablemente debido a que se producía en el hogar mientras que el paterno era más común en el trabajo.
La presión sanguínea de la infancia continúa en la vida adulta. La eliminación de cualquier factor de riesgo tan pronto como sea posible ayudaría a reducir el riesgo de enfermedad cardiaca posterior y a mejorar la salud a largo plazo de los niños.
Los descubrimientos sugieren que promover ambientes libres de humo, sobre todo en el hogar, podría ayudar a conservar la salud cardiovascular no sólo en los adultos sino también en los niños.