La prohibición de fumar en lugares públicos podría evitar una cuarta parte de los infartos
Primero se prohibió fumar en los lugares de trabajo y en algunos bares y restaurantes. Ahora, la ministra de Sanidad se está planteando ampliar dicha medida a todos los lugares públicos cerrados, sin excepción. ¿Hasta qué punto las medidas de Trinidad Jiménez son avaladas por la ciencia y sirven para prevenir enfermedades tanto en fumadores activos como en los pasivos?.
Dos revisiones publicadas esta semana en las revistas médicas ‘Journal of the American College of Cardiology’ y ‘Journal of the American Heart Association’ ofrecen datos contundentes que respaldan las políticas más restrictivas.
Estos trabajos han analizado los resultados de 11 y 13 estudios, respectivamente, desarrollados en Estados Unidos, Canadá y Europa. Después de observar los efectos que producen este tipo de medidas antitabaco en más de 24 millones de personas, los expertos de la primera revisión concluyen que, no sólo disminuyen el número de fumadores y la venta de tabaco, también pueden llegar a reducir los infartos coronarios hasta un 26% al año.
Conclusiones similares obtuvieron los científicos de la segunda revisión, quienes afirman que, después del primer año con medidas restrictivas, el porcentaje de ataques cardiacos era un 17% más bajo que en otras comunidades sin dichas iniciativas de salud pública. "Estas cifras eran aún mejores a medida que pasaba el tiempo. A lo tres años, se llegó a registrar un 36% menos", puntualizan.
"Prohibir fumar en sitios públicos parece ser tremendamente efectivo no sólo a la hora de reducir los infartos. También puede ayudar a prevenir el cáncer de pulmón y el enfisema pulmonar, dos enfermedades que se desarrollan mucho más lentamente que los problemas cardiovasculares", afirman los autores de la revisión que se publica en ‘Journal of the American College of Cardiology’.
Aunque los datos son dispares según la zona geográfica (ni la genética ni los factores de riesgo son iguales en todas las poblaciones), todos los estudios apuntan en el mismo sentido. Es decir, "no fumar en el trabajo ni en espacios públicos reduce significativamente la incidencia del infarto agudo de miocardio, especialmente en mujeres, jóvenes y fumadores pasivos", según versa la revisión.
Efectos sobre el organismo
Ya se sabe, por estudios previos, que estos últimos, sólo por el hecho de inhalar el humo del tabaco, tienen un riesgo 30% mayor de sufrir ataques cardiacos. Lo que les ocurre, según David Meyers, principal autor de la investigación publicada en ‘Journal of the American College of Cardiology’, es que "el humo ambiental va disminuyendo la capacidad funcional del corazón y afecta a la función sanguínea de transportar el oxígeno".
Marcos Rodríguez Esteban, cardiólogo del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife, explica que "el humo del tabaco acelera la formación de placas de ateroma y facilita todos los mecanismos para que se rompan y desencadenen una angina de pecho de miocardio o una muerte súbita. También causa diferentes tipos de cáncer, así como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica".
La buena noticia es que, "en general, los efectos se observan inmediatamente. Tanto en fumadores activos como en pasivos, la incidencia del infarto de miocardio agudo comienza a remitir a los pocos días de abandonar el tabaco", subrayan los autores de este trabajo.
El doctor Rodríguez Esteban lo explica así: "El tabaco produce de forma inmediata alteraciones sobre las plaquetas, el sistema inflamatorio y la reactividad de los vasos sanguíneos. Todo ello favorece el desencadenamiento de un ataque cardiaco. Al cesar el efecto de los venenos que contiene, estos cambios pueden revertir en poco tiempo".
Sin embargo, añade el especialista, "el consumo crónico del tabaco también produce alteraciones irreversibles en los vasos sanguíneos, por lo que hay que pensar que cuanto más tarde abandonemos el tabaco, más tarde disminuirá el riesgo de tener problemas derivados de él".
Según explica Steven Schroeder, del departamento de Medicina de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos), en un editorial que acompaña a la revisión del ‘Journal of the American College of Cardiology’, "la exposición al humo ambiental para las personas con enfermedades coronarias latentes es casi tan peligrosa como fumar tabaco".
En vista de los efectos beneficiosos de estas medidas antitabaco, añade el autor del editorial, "los cardiólogos deberían apoyarlas, así como defender otras propuestas como el incremento de impuestos en los cigarrillos". Estas iniciativas, comenta, "probablemente evitarían que mucha gente joven comenzara a fumar e incrementaría el abandono del tabaco de aquellas personas que ya fumaban".