El asma, que afecta unos dos millones de españoles, se ha convertido en la enfermedad crónica más frecuente en la edad pediátrica. A nivel mundial, se calcula que el 10% de la población adulta padece asma, un porcentaje que en la población infantil se eleva hasta el 10 o el 15%.

El diagnóstico del asma en los niños se complica debido a que las sibilancias y la tos son síntomas frecuentes de otras enfermedades infantiles.

El número de asmáticos sigue aumentando en España y las previsiones no son optimistas, ya que se espera que el número de afectados crezca hasta igualarse con la media de otros países desarrollados. Los expertos señalan que la modificación de la dieta y la industrialización de las ciudades influyen en el proceso.

El asma intrínseca, en el que no suele haber una causa conocida, representa alrededor del 20% de los casos. La diferenciación es primordial a la hora de plantear una estrategia de tratamiento, cuyo objetivo final es recuperar la función pulmonar y la actividad normal del paciente.

Para ello, hay que evitar y eliminar los factores que provocan la inflamación de la vía aérea, utilizando tratamientos preventivos y sintomáticos que supriman la inflamación y por tanto, la hiperreacción.

En el asma de origen alérgico, evitar el contacto con los alérgenos y la inmunoterapia (vacunas) son aspectos tan importantes como el propio tratamiento farmacológico.

El infra diagnóstico y el tratamiento inadecuado influyen de manera notable en las complicaciones y en la mortalidad de la enfermedad. Actualmente los especialistas se centran en el diagnóstico precoz y en la prevención, claves para que el tratamiento se lleve a cabo con éxito.

Controlando el medio ambiente y con un tratamiento adecuado, aseguran, cualquier asmático puede llevar una vida totalmente normal.