Los testículos no descendidos son bastante comunes en bebés prematuros, representando aproximadamente el 3%-4% de nacimientos. En la mayoría de los casos los testículos descienden cuando el niño cumple los 9 meses.

Si el niño cumple un año y los testículos que no descienden, el caso debe ser cuidadosamente evaluado. Los estudios realizados sugieren que la cirugía se debe hacer a esta edad para confirmar el diagnóstico y reducir las posibilidades de un daño permanente a los testículos.

Los testículos que no descienden de forma natural se consideran anómalos. Tienen  mayor probabilidad de desarrollar cáncer, independientemente de si descienden o no al escroto.

Al depositar el testículo en el escroto se maximiza la producción de esperma y se incrementan las probabilidades de fertilidad. También permite el examen para la detección precoz de cáncer testicular.

En otros casos, como los testículos desaparecidos, puede que no se encuentren los testículos, ni durante la cirugía. Esto puede ser debido a un problema que surge cuando el feto aún se está desarrollando dentro de la madre. Pueden  ser congénitos.