Una vez que la diabetes está diagnosticada el principal objetivo del tratamiento es controlar los niveles de glucosa en sangre. El tratamiento de la diabetes debe tener en cuenta los siguientes aspectos.

Se realizará un estudio personal para conocer las necesidades nutricionales de la persona, de manera invidualizada. Con ello se puede crear un plan de alimentación ajustado a las necesidades del paciente. Sus preferencias, gustos y apetencias serán imprescindibles de cara a integrar el plan de alimentación en su vida diaria con el menor sacrificio posible.

Se desarrollará, además, un plan de ejercicio físico, que presentará las mismas características de personalización que la alimentación. En general se recomienda realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado diario, preferiblemente aerobio, si bien, en cada caso deberá respetarse lo que indique el médico.

Existen diferentes opciones farmacológicas para el tratamiento de la diabetes mellitus, si bien, habrá que agotar las posibilidades de controlar la diabetes mediante el ejercicio físico diario y la dieta determinados por el médico. Una vez agotadas estas vías de tratamiento será necesario recurrir a la medicación.

El tratamiento farmacológico de la diabetes mellitus vendrá prescrito por el médico. Habrá que respetar las dosis, horarios y tomas determinadas por éste y habrá que realizar las medidas de glucemia preceptivas para evitar la aparición de crisis de hiper o hipoglucemia (exceso o déficit de glucosa en sangre, respectivamente), que pueden ser muy peligrosas para la salud.  

Deberán modificarse los hábitos de vida poco saludables. Éste es, sin duda, uno de los puntos más problemáticos de resolver en el caso de algunos pacientes con hábitos poco saludables, como fumar o abusar del alcohol. El tabaco es un factor de riesgo cardiovascular común en multitud de enfermedades, pero especialmente en la diabetes mellitus, aumentando el riesgo de complicaciones por la misma.

El desarrollo de hábitos que permitan una vida regular y ordenada, con horarios de comidas y de sueño regulares, horarios para el ejercicio físico pautado etc. son sumamente aconsejables.

Los cuidados e higiene de los pies del paciente diabético y de la piel en general también deberán ser considerados.

El autocontrol es otro de los grandes retos del tratamiento. El paciente debe ser instruido en técnicas de autocontrol y aprendizaje de acciones que eviten su descompensación, por ejemplo, por la aparición de las antes citadas hipoglucemias, o por la aparición de otras complicaciones, como, enfermedades intercurrentes, cambios de horarios…

Finalmente, los controles periódicos y seguimiento de la enfermedad es parte indispensable del proceso terapéutico de la diabetes y en general de cualquier enfermedad. Esto incluye detección precoz de la retinopatía diabética mediante el examen periódico del fondo de ojo por un profesional competente, detección de microalbuminuria para cribado de daño renal, control periódico de la tensión arterial, evaluación del riesgo cardiovascular global con las pruebas que sean necesarias etc.

Los controles periódicos deben servir al paciente diabético y al profesional que le atiende para evaluar los objetivos fijados y reajustarlos.