Dormir mal, factor de riesgo para la obesidad
Los hábitos de sueño están relacionados con el riesgo de obesidad, cada hora de sueño reduce un 30% las posibilidades de tener problemas de peso, también está vinculado a este riesgo la temperatura de los hogares, siendo los ambientes con mayor temperatura los que doblan las posibilidades de subir de talla.
Así lo ha demostrado el trabajo dirigido por la investigadora de la Universidad de Turin (Italia).
El equipo siguió durante unos seis años a más de 100 adultos de mediana edad y descubrieron que los hábitos de sueño estaban relacionados con el riesgo de padecer obesidad.
Esta circunstancia se demostraba incluso tras ser tomados en cuenta otros factores, como la actividad física o las horas frente al televisor.
Comparando a las personas que mantenían sus hogares a temperaturas no superiores a los 20 grados centígrados en otoño e invierno.
Aquellos adultos que preferían mantener su casa más caliente presentaban el doble de posibilidades de convertirse en personas obesas.
“Factores que contribuyen a la obesidad y a la epidemia de diabetes, pero que están relativamente poco estudiados, son las restricciones del sueño.
El aumento de la temperatura en el hogar, las horas de televisión, el consumo de comida en restaurantes, el uso de aire acondicionado y el consumo de antidepresivos o antipsicóticos”.
Cuanta mayor es la frecuencia con la que estas personas comían en restaurantes a la semana, mayor era su riesgo de convertirse en obesos.
Mientras que aquellas personas que consumían poca fibra en sus dietas presentaban un mayor riesgo de desarrollar niveles anormales de azúcar en sangre.
La temperatura ambiental influye en la obesidad porque el cuerpo quema más calorías cuando tiene que trabajar para mantener estable su temperatura, explica el director del Centro de Investigación Nutrición Obesidad de la Universidad de Alabama.
“No se le podría decir a nadie que, si baja su termostato, perderá peso”, la temperatura del hogar y los hábitos de sueño son factores del estilo de vida con los que la gente “puede jugar” para manejar su peso.
Diversos estudios anteriores han vinculado ya el exceso de peso y la privación crónica de sueño, definida típicamente como dormir menos de seis horas cada noche.
Una teoría para explicar este fenómeno es que los efectos hormonales de la pérdida de sueño son los culpables de esta situación o que la gente que duerme poco podría comer o beber más en un esfuerzo por mejorar sus niveles de energía.
En un estudio que realizó en 2006 sobre el aire acondicionado y las tasas de obesidad, citó varios factores de la vida moderna que podrían contribuir a aumentar la obesidad.
Entre los que se incluyen el aumento del uso de antidepresivos y otros fármacos que pueden promocionar la ganancia de peso y los químicos industriales que pueden alterar la actividad hormonal.