La gripe, cómo prevenirla y cómo tratarla

Si en esta época del año (a finales del otoño o principios del invierno) aparece un trastorno con síntomas similares al resfriado común, pero que, a diferencia de éste, va acompañado inicialmente de escalofríos y sensación de frío, malestar general, dolor de cabeza, fiebre, dolor muscular generalizado y en las articulaciones, tos seca, irritativa y, en ocasiones, molestias en el aparato digestivo, como náuseas, vómitos o diarrea, es muy probable que nos encontremos ante una gripe.

La gripe está producida por un virus, el virus de la gripe, y se trata de un cuadro más grave que el resfriado común. Se transmite por las microgotas expulsadas al aire con la respiración, los estornudos o la tos, menos frecuentemente por la manipulación de alimentos u objetos contaminados.

El cuadro suele cursar en semana y media a dos semanas, aunque algunos síntomas como la tos pueden persistir más tiempo. Normalmente, pese a ser un trastorno grave, en personas sanas la recuperación es completa tras un periodo de convalecencia. No obstante, en ocasiones pueden aparecer complicaciones, que son más graves en niños, personas mayores y personas con inmunodeficiencia o enfermedades crónicas, por ejemplo, enfermedades cardiacas, pulmonares o neurológicas.

Entre las complicaciones de la gripe se encuentran la neumonía (inflamación de los pulmones) y el síndrome de Reye, este último más frecuente en niños que hayan tomado algún medicamento que contenga ácido acetil salicílico, y que se caracteriza por la aparición de náuseas y vómitos, trastorno del comportamiento, aumento del tamaño del hígado, convulsiones y coma.

Por ello es recomendable evitar el consumo de antiinflamatorios no esteroideos de la familia de los salicilatos, como el ácido acetil salicílico, en niños menores de 10 años que padezcan procesos virales como la gripe.

Las dos complicaciones citadas, la neumonía y el síndrome de Reye pueden desembocar en la muerte. Otras complicaciones menos frecuentes de la gripe son la miocarditis, la encefalitis o la miositis (inflamación de los músculos).

La mejor forma de protegerse contra la gripe es vacunarse frente a ella, para ello recomendamos la lectura del artículo editado en este sitio web hace algunos días “¿Vacunarse contra la gripe?”.

También son útiles para su prevención algunas medidas higiénico-dietéticas, como permanecer suficientemente abrigados (tampoco en exceso), realizar una alimentación equilibrada, con un aporte adecuado de nutrientes, incluida la hidratación, las sales minerales y las vitaminas, como la vitamina C, desarrollar un nivel de actividad física adecuado y mantener un buen estado de ánimo y un buen equilibrio en el plano psicológico.

El tratamiento de la gripe requiere guardar reposo, mantenerse bien hidratado y tratar los síntomas graves como la fiebre alta con analgésicos-antitérmicos-antiinflamatorios, utilizando cuando sea preciso un protector gástrico, recordando que no se debe administrar ácido acetil salicílico a los niños, por el riesgo de aparición de un síndrome de Reye. También será necesario en ocasiones tratar la congestión nasal.

Normalmente en los procesos víricos como la gripe no serán útiles los antibióticos, por resultar ineficaces, salvo en circunstancias especiales para prevenir o tratar infecciones bacterianas concomitantes.

En el tratamiento de la gripe pueden utilizarse ”medicamentos homeopáticos”, tanto en su prevención como en su tratamiento. El medicamento o medicamentos a elegir dependerán de factores diversos, como la fase en que se encuentre la gripe (periodo de incubación, periodo de invasión, periodo de estado o periodo de convalecencia), los signos característicos de la enfermedad,  el tipo sensible y el modo reaccional del paciente. 

En “acupuntura” la gripe se encuadra dentro de los procesos por predominio del frío, por conjunción de factores “Yin” (téngase en cuenta que la medicina tradicional china considera las enfermedades como un resultado, entre otros factores, de un desequilibrio entre los dos polos energéticos Yin y Yang).

Dentro de la “fitoterapìa” podemos recurrir a diversas hierbas medicinales de utilidad en el tratamiento de la gripe, como la equinácea (Echinacea), que es útil no sólo en su tratamiento, sino, también en su prevención, la rosa mosqueta (Rosa affinis rubiginosa), en infusión, por su alto contenido en vitamina C, o la prímula o primavera (Primula veris), por su efecto mucolítico y expectorante, en gripes con afección de las vías respiratorias. 

Debe tenerse en cuenta que la información proporcionada en este artículo tiene carácter puramente informativo. El diagnóstico y tratamiento específico de cada paciente deberá realizarlo el médico de modo individual en cada caso, desaconsejándose la automedicación.