Crecer en una granja protege de las alergias
Jugar en los establos y crecer rodeados de animales de granja. Esta parece ser una buena fórmula, rica en hongos y bacterias, que protege a los niños de sufrir asma y alergias.
¿Cómo se explica esto? El sistema inmune tiene dos grandes funciones: reconocer sustancias extrañas que pueden desencadenar infecciones, como la otitis, y luchar contra ellas.
"Para desarrollar esta respuesta inmune correctamente es necesaria la presencia de microorganismos.
Si no los hay, el mecanismo del sistema defensivo se altera y empieza a responder ante sustancias parecidas, pero no patológicas, como los ácaros o el polen, lo que da lugar al desarrollo de alergias", afirma Julio Delgado Romero, coordinador del Comité de Asma de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
La incidencia de esta afección ha incrementado en los últimos años: "Ha pasado del 12% de la población infantil en 1980 a más del 20% en la actualidad".
Dado que "la mayoría de los casos de asma tienen un origen alérgeno", la alteración del sistema inmune también repercute en el incremento de casos de esta afección respiratoria.
Desde el año 2000, esta enfermedad infantil ha aumentado entre un 2% y un 3% en España.
Es lo que ocurre en las ciudades, donde abundan los alérgenos (en las moquetas, en el aire acondicionado…) y la presencia y la variedad de microorganismos es más reducida que en una granja.
"La carga bacteriana del estiércol, las vacas y los establos es tremenda y el contacto con este tipo de microorganimos reduce el riesgo de asma", apostilla José Ramón Villa Asensi, jefe de sección de Neumología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid).
Ya lo apuntaban estudios anteriores, uno de los cuales concluía que el riesgo de alergias y asma era dos tercios mayor en los niños que no tienen contacto con granjas que en aquellos que sí viven en este ambiente.
Los autores confirman esta teoría después de evaluar dos amplios estudios: uno analizó más de 9.000 menores entre los seis y los 12 años y otro casi 7.000.
"Los niños que crecían en las granjas estaban expuestos a una mayor variedad de hongos y bacterias que aquellos cuyo entorno era más urbano".
Y aquí está la clave. "Los pequeños que viven en entornos más rurales tienen una flora bacteriana intestinal más rica y esto se relaciona con la prevención del desarrollo de alergias y asma".
¿Qué pueden hacer, entonces, los padres de niños que viven en ciudades para evitar que sus hijos padezcan estas afecciones? Delgado Romero ofrece algunas recomendaciones:
"Aplicar medidas de higiene sin obsesionarse; evitar en la medida de lo posible la exposición a sustancias alérgenas desde pequeños; que el niño salga a la calle y seguir los consejos del médico a la hora de introducir los alimentos en la dieta de los pequeños".
Teniendo en cuenta que hay un componente genético que predispone al desarrollo de la enfermedad alérgica, estos consejos se indican especialmente cuando alguno de los padres padece alergia.
En este caso, el riesgo de los menores aumenta un 25% y si los dos progenitores estuvieran afectados, las probabilidades aumentan un 50%.