Una dieta libre de grasa, útil en la lipodistrofia
Un equipo de científicos del Centro Médico UT Southwestern, en Dallas (Texas), ha encontrado nuevas claves que explican por qué paradójicamente los pacientes con lipodistrofia, y por tanto con ausencia de tejido adiposo, sufren complicaciones metabólicas asociadas a la obesidad, donde se produce un exceso de grasas.
Los hallazgos se han realizado con modelos de experimentación murino y han servido para sustentar el inicio de un ensayo clínico que determine si una dieta excesivamente baja en grasas podría evitar muchas de las complicaciones que produce la lipodistrofia, como la diabetes, el hígado graso y la hipertrigliceridemia. Estos resultados se publican en el último número de la revista Cell Metabolism.
La lipodistrofia se asocia al tratamiento con determinados fármacos, en concreto los inhibidores de la proteasa que se emplean en el control del VIH/sida, pero también es un trastorno que puede aparecer de forma congénita; sobre este último tipo de la enfermedad, se especula que el origen esté en un fallo en las células madre que se diferencian en adipocitos.
Abhimanyu Garg, autor principal del trabajo y profesor de Medicina Interna del Centro Médico UT Southwestern, dice que "estos pacientes no tienen tejido graso, ni siquiera en el interior del abdomen. Básicamente carecen de la grasa que se observa en una persona normal, pero sus hígados rebosan grasa, lo que favorece la aparición del daño hepático". Garg lleva más de 20 años estudiando a los pacientes con lipodistrofias; recientemente su equipo identificó una serie de mutaciones genéticas responsables de diversas formas del trastorno, así como vías terapéuticas.
En su último trabajo han desarrollado ratones carentes de una enzima específica, AGPAT2, que también falta en las personas con lipodistrofia generalizada. En condiciones normales la AGPAT2 está implicada en la producción de grasa en los adipocitos. La mutación del gen que codifica esta enzima fue una de las identificadas por el laboratorio de Garg que se asoció con la enfermedad congénita.
Modelo murino
Con el modelo murino, los investigadores estudiaron las vías de sintetización de la grasa en el hígado. La grasa que se ingiere contribuye también a la acumulación hepática. Los quilomicrones transportan la grasa de la dieta a través del organismo y la liberan en los tejidos periféricos, de forma que se acumula en el tejido adiposo para servir de energía a los músculos.
En los ratones lipodistróficos se observó que esta acumulación de grasa descendía sustancialmente cuando recibían una dieta sin grasas. "Sólo con eliminar la grasa ingerida se reducían los triglicéridos del hígado en un 50 por ciento", ha destacado Garg.