Bronquitis

La bronquitis se parece mucho a un resfriado. Fiebre, tos, dolor de cabeza, dolor de garganta, ronquera, molestias musculares, abundante secreción nasal con lagrimeo, nariz tapada, inapetencia y, ocasionalmente, náuseas, vómitos y diarreas, son los síntomas más comunes.

Habitualmente es causada por un virus frente al cual, los antibióticos no resultan; sin embargo, otras veces el responsable es una bacteria y por fortuna, en estos casos, los antibióticos sí pueden actuar.

Habitualmente, los objetivos del tratamiento se centran en la supervivencia del paciente, el control de los síntomas, mejorar la calidad de vida, mantener la función pulmonar y prevenir complicaciones.

Por lo general, la bronquitis aguda desaparece en el término de una o dos semanas mientras que, los que padecen bronquitis crónica, no cesan de toser y respiran con dificultad durante meses.

Entre las cosas que ayudan a aliviar los síntomas destaca el abandono del tabaco ya que, al dejar de fumar, las probabilidades de librarse de la enfermedad aumentan de forma espectacular.

De hecho, los expertos aseguran que entre un 90 y un 95 por ciento de las bronquitis crónicas están directamente relacionadas con el tabaco.

Si se ha fumado durante un largo período de su vida –explican- el daño causado a los pulmones puede ser irreversible. En cambio, si lo ha hecho durante poco tiempo, las probabilidades de recuperarse totalmente son mucho más elevadas.