Delirio
El delirio en la vejez es un importante problema en todos los servicios de asistencia sanitaria que tratan pacientes de edad avanzada, de modo especial en los servicios de urgencias, en las salas de hospitalización quirúrgica, en las unidades de cuidados intensivos y en las residencias geriátricas.
Un episodio de delirio se desarrolla en casi la mitad de los pacientes operados, sobre todo en aquellos en los que se ha practicado cirugía de la cadera o cirugía vascular.
Causas
Los mecanismos que conducen a un episodio de delirio no son bien conocidos. La mayoría de los datos disponibles sugieren que existe durante el episodio de delirio un trastorno a nivel de los neurotransmisores cerebrales con déficit de acetilcolina y exceso de dopamina.
Un reciente hallazgo es la reducción, durante el delirio, de la actividad de unas enzimas conocidas como esterasas del plasma, importantes en el metabolismo de los medicamentos; este hecho explicaría porqué los medicamentos suelen, con frecuencia, precipitar una crisis de delirio.
En la mayoría de los pacientes ancianos pueden existir varias causas precipitantes de un episodio de delirio, las cuales interactúan con factores de riesgo subyacentes, para ponerlo en marcha.
En este sentido, una infección aguda grave puede desencadenar un episodio de delirio, así como, por ejemplo, un cambio en su medicación habitual. Los ancianos que padecen varias enfermedades crónicas son propicios al delirio.
Tipos
Existen 3 tipos:
- hiperactivo
- hipoactivo, más difícil de reconocer clínicamente, por lo que suele pasar desapercibido
- mixto
Síntomas
- Trastorno de la consciencia, con dificultades para concentrar, sostener o desviar la atención.
- Trastorno de la percepción de la realidad.
- Estos trastornos se desarrollan en un corto periodo de tiempo y fluctúan a lo largo del día.
- La historia clínica, la exploración física y los hallazgos en los exámenes de laboratorio muestran que el delirio puede ser la consecuencia fisiológica de una enfermedad general, de una intoxicación, causado por la medicación, o debido a más de una causa.
Diagnóstico
El diagnóstico es clínico, dado que no existen pruebas que lo hagan posible. A veces los profesionales sanitarios describen al paciente con delirio como "un paciente anciano en estado de confusión mental", expresión que no distingue entre delirio y demencia.
Una historia clínica obtenida de los familiares acerca del estado mental del anciano previo a este episodio es clave para reconocer el episodio de delirio.
Un hecho fundamental en el delirio es su impacto sobre la función cognitiva del anciano. Entre las pruebas más simples, utilizadas para evaluarlo con rapidez se utiliza, por ejemplo, hacerle recitar los días de la semana al revés.
Consecuencias
La presentación de un episodio de delirio en pacientes hospitalizados parece, en algunos estudios, doblar la mortalidad de los individuos afectos e incrementar en 8 días la estancia en el hospital, al tiempo que empeora el periodo de recuperación. Los síntomas del delirio suelen persistir en 1/3 de los pacientes ancianos que lo han sufrido.
Solapamiento entre demencia y delirio
La distinción entre delirio y demencia puede ser un problema clínico en algunos pacientes ancianos, ya que existe una fuerte interrelación entre ambos, tanto desde el punto de vista de sus mecanismos como de sus manifestaciones clínicas.
La demencia se asocia con un riesgo incrementado de desarrollar delirio y éste, a su vez, con un riesgo elevado de desarrollar demencia. La conducta más segura es considerar que todo anciano en estado de confusión tiene delirio hasta que no se demuestre lo contrario.
Medicamentos y delirio
Los medicamentos son un importante factor de riesgo y actúan como precipitantes del delirio en los pacientes ancianos (entre un 12% y un 39% de los casos de delirio).
Los fármacos más frecuentemente asociados con episodios de delirio en los ancianos son:
- las benzodiazepinas
- los analgésicos narcóticos como la morfina
- los medicamentos con efectos anticolinérgicos (entre éstos se encuentran los antihistamínicos, los antiespasmódicos, los antidepresivos tricíclicos, las benzodiazepinas, los analgésicos opiáceos como la codeína, los antiarrítmicos como la digoxina, los diuréticos como la furosemida, los fármacos antiparkinsonianos como la benzatropina y los broncodilatadores como la teofilina).
Prevención
Las estrategias para prevenir el delirio en los ancianos incluyen: establecer con ellos una comunicación que les sea orientadora de su posición en el mundo, actividades terapéuticas, movilización precoz y paseos en el periodo post-operatorio, tratamiento no medicamentoso del sueño y de la ansiedad, buena nutrición e hidratación, y tratamiento de dolor.
Tratamiento
El proceso de tratamiento incluye la rápida identificación de los factores precipitantes, la retirada de los medicamentos presuntamente responsables y el tratamiento general que comprende la rehidratación, corrección de la falta de oxígeno (hipoxia) y la nutrición apropiada, junto a la reducción al mínimo de la estancia en cama y la consiguiente movilización.